En la antigüedad, los hombres utilizaban sustancias como la vaselina y el aceite de maíz para asentarse el cabello hasta que, en 1914, un estudiante argentino de veterinaria José Antonio Brancato ideó en la farmacia en la que trabajaba un producto a base de goma arábiga, tragacanto de persia y diferentes esencias al que llamó << gomina>>, que proto se convirtió en paradigma de elegancia masculina en todo el mundo.
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